Adoro regresar, ya inocente, para asesinarte
lengua en mano.
La inútil huida,
esa carrera abocada al traspiés,
al labio roto,
a la súplica de tu brazos espantándome.
Lengua en mano,
te arrodillas y me ofreces la nuca.
Lengua en mano,
te asesto un beso
y me siento a oler como te evaporas.