En esta ciudad desotoñada
los naranjos doblan las ramas
sobre fondo cielo, plomo y nubes.
En esta ciudad rasgada
falta la sangre en las copas:
hambre en el enjambre de bocas.
En este habitar sesgado
obtiene a disgusto una porción
insuficiente de calma;
aquí mordisquea el ahora,
correoso como carne vieja,
aquí imagina mañana
una revolución a medida.
En esta ciudad, este cuerpo,
sin hojas rojas, discurre
realidad abajo, sin conclusión
válida para quejas apocopadas.