16 de noviembre de 2008

Gestionando los silencios

Gestionando los silencios
topé con el mutismo
de los pies ignorando el camino.

Callé.

Recogiendo el hato de truenos
ahogué un grito
bajo la eterna queja avinagrada.

De nuevo callé.

Frotando la lámpara agotada
saltaron los resortes
de la sumisión y el miedo.

Grité. Entonces grité.
Convencido de la urgencia,
de mi voz acorralando pasado.

Grité. Ese día grité.

Sabiendo lo que sabe la aguja.
Dispuesto a cerrar las puertas a la rabia
rebotada desde los oídos del mundo.

El grito se apagó.

Hoy ya no me escucho,
hoy mi verdad en un susurro
busca un lugar para yacer
tranquila en este páramo
de aullidos desplomados.

De nuevo sumiso,
de nuevo timorato.
De nuevo hombre
esperando que la ira
saque los pies del plato.

3 de noviembre de 2008

Olvida las carencias
y come de mi pecho el fruto
que te dará la vida.
Besa más allá de tus manos estiradas
deseando huir de su correa,
más allá de una visión
encarcelada por una miopía de imposibles.
Desea,
pero no quieras nada,
sólo desea, pídelo todo, busca la pieza
que siempre está perdida.
Grita y rompe los tímpanos
de las jaulas,
haz aullar a los perros
y llorar a los hombres,
que giman los lobos y caigan las rodillas.
Suda el veneno que te inculcaron
los dioses
que viven y no existen,
esos que caminan sin ojos
y orinan en tu cerebro.
Aprieta los dientes hasta que su rechinar
haga sangrar conciencias.