30 de junio de 2010

Hilos

Descubrí los hilos
atados a las muñecas,
dejé de confiar en las manos
como buenas herramientas.
Pensé en amputarlas,
donarlas, dicté sentencia
de extradición; que las adopte
quien para algo las quiera.
Descubrí los hilos,
renegué del gesto más humano:
dedos cerrados sobre objetos,
atenazando ideas, diana
de una voluntad en serie.
Hilos atándome al ciclo
de la existencia sencilla,
a un hombre confiado,
constructor de andamios,
seguidor de inercias.
Hilos a prueba de dientes,
manos aún funcionando,
extrañeza de ser uno solo
el que tira y el desplazado.

19 de junio de 2010

Tiraste

tiraste
conversaciones sobre nada
del hilo
miradas prudentes
se abrieron las costuras
sobrevino el silencio
envoltorio de la sorpresa
y dejamos de ser predecibles
segundos antes de mezclarnos

8 de junio de 2010

Adolescencia.

Siempre quiero volver a la adolescencia. Imposible. Entonces observo, para sustituir el deseo, a los que andan zarandeados por las calles, a los que llevan la erección en la mirada, la confusión pintada en los gestos, la tinta de la distorsión penetrando en el cerebro: el engaño del querer es poder.

Observo como rechazan la vida por impura, por fea, condenados a aferrarse a los latigazos de belleza que logran hurtar entre los resquicios del camino pautado. Todo lo demás es consumido por la mandíbula de la inercia, por el personaje escrito y oculto, como una maldición, en el corazón de miga del pan bajo el brazo.

Siempre quiero volver atrás. Imposible. Ya estoy predigerido, la carne reblandecida, lista para ser consumida, predispuesta a consumirse.