199.
dejar
de escapar
eso hacía
y mi común miedo
lo llamaba huida
y mi deseo impostado
lo llamaba cobardía
y mi corazón en bruto
se encogía
diminuto motor gripado
que no querer quería
párate
ahora que no miran
párate me dije
párate
y respira
eso hacía
y mi común miedo
lo llamaba huida
y mi deseo impostado
lo llamaba cobardía
y mi corazón en bruto
se encogía
diminuto motor gripado
que no querer quería
párate
ahora que no miran
párate me dije
párate
y respira
2 comentarios:
¡Precioso, Víctor! No nos paramos ni para pensar, sin darnos cuenta que estando inmerso en la huida no se puede reflexionar.
Deseando que llegue el diminutillos 200...
Un abrazo enorme.
Moisés, pues el 200 llega ya, esta misma tarde.
No nos paramos, ni para pensarnos, ni para vernos, no nos repensamos, somos balas, casi siempre perdidas.
Un abrazo amigo.
Publicar un comentario