31 de julio de 2020

Charloteo

Solo habláis con la lengua consumida
de los temas del catálogo
de los prendas de la tele
de la queja que aplaca el paseo
por el lado nonato de las fábulas

Solo habláis para alfombrar el camino
de señales sin punta que confunden
al que viene completo
de palmeras y preguntas
de desiertos bajo cuerda
de promesas de algo turbio
capaz de redimir a las cotorras

parloteáis como el que mordisquea
mendrugos de pan seco
de la historia poblada de uniformes
para todo lo que parezca ser
partidario de estar vivo y sin letra 
emboscada en el margen
tramáis el fin del tiento y del atajo

Solo habláis del chirrido de la tapa
nunca rascáis el fondo
por si acaso os dice que sois costra
abandonada por el tiempo aquí
en un mundo repleto de atracciones

parad el soniquete
decid con vuestra voz

dónde guardáis las palabras que anidan
en el quicio de la boca
palabras que podrían convertir
el grito en primera piedra capaz
de llegar al final de la garganta

26 de julio de 2020

Sueltos

19.

Abrevadero, sueltos. Acercamientos
Quedarse
parado, capaz
de ver el vuelo en un aire
distinto,
ver cómo queda lo firme
hecho trizas y revuelto,
ver la herida que matará el mundo
—por fin el mundo muerto
y no sus criaturas—,
suspendido el sudor de las frentes
y la muerte abierta
como una cantina,
abierta como el límite
entre la ciudad y el bosque.
La muerte despojada de colmillo
nos invita a refugiarnos
en el silencio de los otros.

La muerte abre la boca
y dice
con su lengua vieja palabras de andar
por casa.

Remansarse, quedarse quieto.
Esperar a que pase de largo el comerciante
con su ristra de ataúdes.
Quedarse cuerpo, bosque, hoguera,
duda, dolor, diente, duelo, distancia.
Quedarse a contemplar
la realidad que termina,
quedarse
para oír cómo se descalza el ser
de sus pasos antiguos
y se tumba a descansar en el claro.

25 de julio de 2020

Sueltos

18.

Continente, sueltos. Acercamientos
Recuerda el verano a la piel que puede
derretirse, a la sal
que no solo es capaz de abandonarse
en la orilla, que también tiene al cuerpo
esperando con la sed en su cénit.

Derramarse ladera abajo,
cometer el peor olvido
y dejar arrumbada la versión oficial
de ser
solo un continente para la queja.

21 de julio de 2020

Sueltos

17.

Agostado, sueltos. Acercamientos
El verde resplandece
en el amarillo del descampado:
promesa de redención en la asfixia,
fuego que macera la carne,
tierra que llega
como pan caliente a la noche.

Volverá el suspiro
con su rostro de lluvia
y nos recordará que tenemos paciencia
en la sangre y el asombro capaz
de ignorar al verano.

20 de julio de 2020

Sueltos

16.

Copia fiel. Sueltos. Acercamientos
El silencio que cae sobre nosotros
y obliga a mirar la maravilla
de lo simple entregado de repente.

De tan claro y tan cierto,
de tan evidente nos aturulla
y nos reconocemos incapaces
en nuestro cuerpo construido
de albergar la verdad sin partidarios.

El silencio en nosotros
                                nos desvela:

contemplar no requiere la compulsa
del nacido en la boca de lo útil.

19 de julio de 2020

Traducción libre del monólogo de las chicharras

Rocas de lecho de río seco. Acercamientos. Fermín Cantos
Escucha la querencia vieja
de tu carne de esclavo.
Pide pausa y placer,
reniega de la voz que distrae la mirada,
que no la deja llegar a su hambre
limpia, libre al fin del patíbulo

de la norma para el cuerpo,
del aliento siempre en hora,
del compás del siervo pulcro.

Pide pausa y placer
para derribar la estética que une
la orilla de los amos
con el deseo de los muertos.

Escucha las ganas del niño viejo
pedir la vez, remanso, gozo,
tierra en las uñas, hallazgo.

Escucha como la voz que temías
tiembla porque huele el verano
arder en el lecho blanco del río que vendrá.

Pide para tu sed
su cadáver hundido entre las nuevas aguas.

12 de julio de 2020

Renovar documentos


que le dicen a la mirada siempre en regla
no eres más que uno cuesta abajo de tantos incendios
caduca el mes que viene y quizás lo deje a remojo
un tiempo hasta que necesite mi rostro para saldar
una vida que no supo contenerme

ya nada me retiene aquí
en esta cola a la espera tan paciente entre iguales que no saben
que hay un río caudaloso que nos cruza
y sabemos vadearlo por instinto
ya no quiero ese carné que encierra mi cara y dice mis datos
y toma mi cuerpo como un leño de olivo
húmedo voz de humo aliento escombro
materia prima para la cadena sobre el cuello
soga de oro mano de obra cuando seas padre
comerás la misma desesperación
que empieza al hombre por su apariencia
y no deja ni los huesos
y aprieta y aprieta y aprieta hasta que no queda nada
jugo agrio de lo que pudo ser una vida en libertad

Pero anoche ya dormí en un nido
rechazo los lugares comunes con tanta luz
y sé que lo oscuro acuna igual
                                           que la madre automática que está en todas partes
                                           que esa seguridad de ser consumidos
                                           que la receta infalible para pagar nuestro veneno

y dormí a pierna suelta entre la resina las huellas
sentí como la carne macerada en realidad se volvía niño
y tomaba brotes y cantos
y tomaba un puñado de agujas en su boca
y olvidaba

que me retiro que no pongo que ya no juego a la muerte compulsada
azote latigazo baja incapacidad recorte beneficios para otros
mira el burro tan contento con su soga y su molino
la mano en el fuego y me acabo ante vosotros
con mis reglas conservadas por los muertos
que mandaron mi conciencia a esta cumbre
a este fogonazo breve sueño sutil que desvela
antes de despertar fruto caído y ya maduro
a los pies del almendro que se plantó en mi nombre

Ser lamido por la tierra
Ser mordido por la calor
Ser arañado por el primer aliento de la alimaña nocturna

no Ser
habitante nunca más ni vecino ni empleado
no ser nada que sirva a las fauces
del gran ejemplo blanco
de carnaza no Ser amigo ni aliado ni salir de copas
con los portadores de esos dientes tan perfectos
que no saben sacar virutas a las piedras

no Ser
de ese orden que se apoya en la ignorancia

6 de julio de 2020

De perdidos

Cuando pierde la esperanza
el abatido
saca lo posible del fondo de su miedo.
Ofrece su tentativa,
ya no tiene que guardar
las apariencias y da el mundo que sueña.

Se permite la derrota,
regala cabos sueltos,
quiere llegar limpio al acantilado,
saltar su ejemplo, su cuerpo, saltar
por los aires
la balanza y la mesura.

Precipitarse por primera vez,
acabarse y
dejar un hueco que otro llame hogar.

5 de julio de 2020

La erosión del darse cuenta


Es un alivio entender por fin que la militancia en la realidad es voluntaria,
que casi todo el terreno y el tiempo y el silencio es bosque para deambular.

Jilgueros. Acercamientos
Que la jara le habla al polvo:
«viene alguien cincelado, incapaz de admitir
la grieta.»

Que debajo de la tierra ordenada, debajo
de las parcelas y las sonrisas, los disparos
y la defensa y de los galgos que persiguen
el sueño del hambre, hay susurros debajo
de los corazones que no llegan de milagro
al milagro de lo estricto. Esperan enterrados
junto a la raíz los primeros pasos del árbol
que te sembró y ahora te abraza, debajo
de las despedidas y la memoria,

que de todos los lugares desatendidos parte
un sendero
que dice el bosque que nos acompaña.

Y el polvo le contesta:
«déjalo para que lo caminen los jilgueros
y la resina. Déjalo que llegue a su sangre
en el río.»

Es un alivio desentenderse
de la piel fullera de nuestros padres
y contar la historia del hombre cincelado
desde la grieta,
acompañarlo en su declive.

Es un alivio
convertirse en el polvo que le dice a la jara.