de tu carne de esclavo.
Pide pausa y placer,
reniega de la voz que distrae la mirada,
que no la deja llegar a su hambre
limpia, libre al fin del patíbulo
de la norma para el cuerpo,
del aliento siempre en hora,
del compás del siervo pulcro.
Pide pausa y placer
para derribar la estética que une
la orilla de los amos
con el deseo de los muertos.
Escucha las ganas del niño viejo
pedir la vez, remanso, gozo,
tierra en las uñas, hallazgo.
Escucha como la voz que temías
tiembla porque huele el verano
arder en el lecho blanco del río que vendrá.
Pide para tu sed
su cadáver hundido entre las nuevas aguas.
Foto de Fermín Cantos
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